LA SÚPLICA DE LA DESALMADA
Algunos días me despierto
y me siento tan muerta:
tan vacía y tan bien,
porque mi alma no está en mi cuerpo.
Entonces entiendo de pronto
porqué no me apeno por mí,
ni tampoco lloro, tan sólo suplico,
e imploro: “No vuelvas, alma mía,
mejor sentirme vacía sin vos,
que sentirme muerta cuando vuelvas.”